SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA

Huyeron de La Secreta con lo que llevaban puesto. Había niños descalzos, mujeres embarazadas, personas mayores. Trataban de escapar de la guerra que enfrenta a las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), también conocidas como Clan del Golfo, y a las Autodefensas Conquistadores de la Sierra (ACSN), denominadas por la Policía como Los Pachenca. La Secreta es una vereda del municipio de Ciénaga, en el área conocida como el corazón de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el Magdalena. 

Los combates ocurrieron el pasado abril y desplazaron a casi 800 personas que llegaron al casco urbano de Ciénaga. Algunos ya regresaron a sus casas, pero otros prefirieron dejarlo todo antes que volver al infierno. Más de una vez los habitantes de esta vereda le han visto la cara al horror: en 1998 un batallón paramilitar arribó al pueblo y lista en mano asesinó al menos a 20 campesinos y desplazó a casi toda la población. Los ecos de esa época se sienten todavía. 

En el Magdalena hay un florecimiento paramilitar y una guerra que se prolonga ya por más de dos años. Las ACSN, herederas del bloque paramilitar que comandaba Hernán Giraldo, se disputan con las AGC el control de la zona, un corredor natural para el transporte de droga. La presión se siente en municipios del Magdalena, del Cesar y de La Guajira. Hay asesinatos, desapariciones, extorsiones, enfrentamientos por el microtráfico y un gran temor. “Las  ACSN se han convertido en una organización hegemónica con más de 350 hombres (…) Las AGC están prácticamente en los 30 municipios del departamento, incluido el distrito de Santa Marta. En algunos casos la presencia no es tan activa, pero de que están, están”, dice el investigador Lerber Dimas Vásquez, experto en esa región. 

En agosto, el Clan del Golfo impuso un toque de queda en Palmor, un corregimiento de Ciénaga en las estribaciones de la Sierra. Prohibieron salir después de las siete de la noche. Prohibido quejarse. Prohibido hablar. “Palmor es el centro de la guerra. Y sin embargo persisten la negación y el silencio. La gente está desprotegida, prácticamente no hay Estado”, se queja una lideresa social de Santa Marta.

Líder social de Santa Marta.

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