SUR DE BOLÍVAR

La guerra en el Sur de Bolívar la están ganando las AGC. “Prácticamente toda la región es de ellos”, dice Ramón Abril, portavoz de la Corporación Regional para la Defensa de los Derechos Humanos (Credhos), que trabaja en el Magdalena Medio, una región lastrada por la violencia y a la que pertenecen municipios del Sur de Bolívar. Esta organización ha denunciado la brutal expansión de ese grupo. Un avance que se ha producido desde el Bajo Cauca y el Nordeste antioqueño hacia la Serranía de San Lucas. 

Las AGC ejercen control social y económico en San Pablo, Simití, Santa Rosa del Sur y Montecristo. En algunos corregimientos y veredas incluso imponen retenes, controlan la movilidad de la población y obligan a las comunidades a desplazarse o a confinarse. Tras la desmovilización de las Farc, las AGC y el ELN (históricamente el actor hegemónico hasta la llegada de las AUC en 1998) establecieron una especie de alianza o pacto de no agresión que les permitía repartirse el territorio, pero desde 2021 se trenzaron en combates que produjeron cientos de desplazados. 

El pasado agosto también hubo un enfrentamiento que desplazó a más de 2.000 personas en la zona rural del municipio de Santa Rosa del Sur. En juego está una región de alto valor estratégico, dominada por la Serranía de San Lucas, rica en oro, con vocación minera, maderera y con presencia de monocultivos de palma y de coca. De hecho, Bolívar es el sexto departamento del país con más cultivos de uso ilícito. La mayor parte se concentra en el sur. 

En medio del fuego cruzado está la población, que ve esfumarse su anhelo de paz. “Aquí todo es igual, nada ha cambiado. El conflicto nunca se acabó, simplemente se silenció un poco”, dice una lideresa que se vio obligada a salir de su territorio tras recibir amenazas de las disidencias de las Farc, el otro actor armado que intenta recuperar el territorio. “Tenemos de todo: un día el ELN reúne a las comunidades para dar órdenes; otro día son las AGC; otro día las disidencias. Uno no sabe ya ni quiénes son. Pero eso sí, a todos hay que pagarles impuesto”, dice la lideresa. Ella atribuye la crisis en el Sur de Bolívar al incumplimiento del Acuerdo de Paz. “Aquí mucha gente estaba esperanzada en que iban a arrancar los cultivos y que el gobierno les iba a cumplir, pero no cumplió. Todo el mundo volvió a sembrar. El sur está plagado de coca. Detrás de eso van los grupos. Del control de la coca y la minería ilegal de oro”, dice.

“Aquí mucha gente estaba esperanzada en que iban a arrancar los cultivos y que el gobierno les iba a cumplir, pero no, no cumplió. Entonces todo el mundo volvió a sembrar. El sur está plagado de coca. Detrás de eso van los grupos. Del control de la coca y la minería ilegal de oro”.

Lideresa del Sur de Bolívar.

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