CATATUMBO

Al periodista Cristian Herrera le pusieron una pistola en la cabeza y lo condujeron durante 20 minutos por una trocha. Los hombres dijeron ser de las disidencias de las Farc. “Logré convencerlos y me dejaron salir”, cuenta ahora, un año después de lo ocurrido. En el Catatumbo (Norte de Santander), donde casi lo secuestran, no se pueden desafiar las reglas del ELN ni de las disidencias de las Farc, al mando de ‘Jhon Mechas’, del Frente 33. Estas dos estructuras se reparten el territorio. Al Frente 33 se le atribuyen varios atentados en la región, incluyendo un ataque con carro bomba a la Brigada 30 del Ejército y disparos contra el helicóptero donde se movilizaba el entonces presidente Iván Duque, en 2021. Las disidencias establecen puestos de control, ordenan toques de queda e incluso se pasean a plena luz del día, como ocurrió en julio y en septiembre, cuando hombres del Frente 33 patrullaron por las calles del municipio de Tibú y del corregimiento de Versalles.  

Los periodistas han tenido que asumir esa gobernanza. No hay manera de entrar más allá del casco urbano de Tibú, Convención, El Tarra, San Calixto, Acarí o Teorama, a menos que los actores armados den el aval. Aún así, el riesgo es enorme. Está prohibido hacer videos o tomar fotografías. Son municipios vedados para la prensa, silenciados, acostumbrados a vivir entre fusiles. “Es la triste realidad de esta zona. La gente ya aprendió a convivir con eso. Ellos hacen lo que los grupos armados digan, bien sea bajo amenaza o por miedo, porque ya ha pasado que quienes no cumplen las órdenes son desterrados, desaparecidos o asesinados”, señala Herrera. 

En la frontera también ha entrado en escena el Tren de Aragua, una banda de crimen organizado proveniente de Venezuela que se disputa el territorio con el ELN, según explica el periodista. Un informe de la FIP asegura que la guerra por los pasos fronterizos en Tibú ocurre también entre el ELN y las AGC.

A todo esto se suma el gravísimo problema del narcotráfico. Esta zona ocupa el segundo lugar de las regiones, por detrás del Pacífico, con más cultivos de coca y aporta el 21 % al total nacional con 42.576 hectáreas, según el informe de monitoreo de territorios afectados por cultivos ilícitos 2021 de UNODC (Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito). Solo en Tibú había 22.229 hectáreas el año pasado.

La presencia del Estado en Catatumbo es, sobre todo, militar. En otros frentes como infraestructura, educación, salud, vivienda u oportunidades laborales hay pocos avances. Una zona olvidada, donde incluso fue un acontecimiento la visita de Gustavo Petro a El Tarra el pasado agosto. Ningún presidente en ejercicio, aseguró la alcaldía, había visitado antes ese municipio.

Cristian Herrra. Periodista Norte de Santander-Cúcuta.

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