BAJO PUTUMAYO
“Rechazamos enfáticamente la violencia y el dolor que desatan hoy los grupos armados que operan en el Putumayo. Estos enfrentamientos han adquirido unas dimensiones demenciales”, dijo el pasado 22 de noviembre en sus redes el Alto Comisionado para la Paz, Danilo Rueda. Se refería al combate ocurrido tres días atrás entre el Frente Carolina Ramírez y los Comandos de la Frontera, dos facciones disidentes de las antiguas Farc. Al menos 23 muertos dejaron estos enfrentamientos en la zona rural del municipio de Puerto Guzmán, a orillas del río Caquetá.
El Frente Carolina Ramírez surgió del Frente Primero, que nunca suscribió los Acuerdos de Paz y está adscrito a los grupos comandados por alias ‘Mordisco’. Los Comandos de la Frontera, por su parte, están integrados por miembros del Frente 48 y alianzas de narcotraficantes y antiguos paramilitares de las AUC. La lucha por el control de la zona tiene que ver con los negocios de las drogas, las armas y la minería, entre otros. Por eso son fundamentales los ríos Putumayo y Caquetá, que conectan con el suroriente y el suroccidente del país. El departamento también es estratégico por la conexión con las fronteras de Ecuador, Perú y Brasil.
Las organizaciones sociales del departamento denuncian el “terror” desatado por la guerra entre las disidencias, que se ha traducido en asesinatos selectivos, amenazas y masacres. También advierten del avance de las confrontaciones hacia los municipios de San José de la Fragua, Curillo, Solita y Solano, en Caquetá; y Piamonte, en la Bota Caucana.
La lideresa Yuri Quintero asegura que desde 2018 hay una orden expresa de los grupos armados ilegales para acallar cualquier tipo de iniciativa que responda a la implementación de los acuerdos de La Habana, como el PNIS (Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos). Quintero sostiene que hay un plan para detener ese programa y obligar a los campesinos a sembrar coca. Quien no accede es expulsado, y sus tierras, entregadas a foráneos. La escalada de violencia que vive Putumayo contrasta con la fuerte presencia militar en el territorio, según las fuentes que consultó La Liga. “Hay una profunda conexión entre los grupos dedicados al narcotráfico y las fuerzas militares”, dijo una persona que pidió reservar su identidad. El área de Putumayo y Caquetá ocupa el cuarto lugar de las regiones con más cultivos de coca (31.874 hectáreas), según el informe 2021 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
La lideresa Yuri Quintero sostiene que desde 2018 hay un plan en el Putumayo para detener el programa de sustitución de cultivos y obligar a los campesinos a sembrar coca. Quien no accede es expulsado, y sus tierras, entregadas a foráneos.
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