PACÍFICO NARIÑENSE

Nariño es una violenta amalgama de actores armados. Una región caótica y volátil donde se producen frecuentes cambios en la dinámica y en la reconfiguración de los grupos. Aquí se mezclan carteles de droga mexicanos, el ELN, las AGC y disidencias de las Farc. 

Una subregión especialmente golpeada es el Pacífico nariñense, conformada por 12 municipios; entre ellos Tumaco, uno de los más azotados por la violencia en el país, y paradójicamente, uno de los más militarizados. Tumaco es una tierra en disputa. Con más de 18.000 hectáreas de coca en 2021, según el Informe Anual del Observatorio de Drogas de Colombia, es el puerto de donde salen las embarcaciones con la droga. Su ubicación geográfica es estratégica para el llamado triángulo de Telembí (Magüí Payán, Barbacoas y Roberto Payán), otra zona en guerra donde en 2021 había más de 9.800 hectáreas de coca. 

Un informe de Indepaz sostiene que antes de la firma del Acuerdo ya había tensiones en el Pacífico nariñense por la presencia del Frente Oliver Sinisterra (grupo compuesto por guerrilleros que no dejaron las armas y se autodenominan Bloque Alfonso Cano), las Guerrillas Unidas del Pacífico (también disidentes), las AGC (Autodefensas Gaitanistas de Colombia) y Los Contadores (una alianza de antiguos miembros de las Farc, narcotraficantes y paramilitares). En escena han entrado ahora facciones de la Segunda Marquetalia, que se enfrenta al Comando Coordinador de Occidente, adscrito a los grupos de Gentil Duarte (muerto en combate) y quien no se sumó al proceso de paz de las Farc. 

Hacia la cordillera el dominio lo ejerce el ELN, que incluso coexiste con las disidencias, según explica la Fundación Ideas para la Paz (FIP). El panorama de guerra en el Pacífico nariñense transcurre en medio de graves vulneraciones a los derechos de la población civil: combates, asesinatos, masacres, confinamiento y horror. Según cifras de la Subdirección de Prevención y Atención a Emergencias (UARIV), en el primer semestre de 2022 Nariño ocupó el primer puesto en población desplazada, con un 43 % de los 29.729 casos registrados en el país. Un periodista que vive allí cuenta que la presencia armada afecta la agenda informativa. Muchos se autocensuran por temor. “Soy muy cuidadoso. Si veo que el cubrimiento va a generar algún peligro, mejor digo no”, admite.

“Soy muy cuidadoso. Si veo que el cubrimiento va a generar algún peligro, mejor digo no”.

Periodista de Nariño.

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