MONTES DE MARÍA
“Fuimos víctimas de las Farc, de los paramilitares y hasta del Estado. Los habitantes de los Montes de María todavía no hemos superado aquello, todavía nos quedan secuelas. Y ahora estamos ante un nuevo conflicto que nos llena de zozobra. Cuando suena un disparo, la mente se dirige al pasado y corres a cerrar la puerta, a meterte debajo de la cama.”, dice un líder social de los Montes de María que prefiere mantener su identidad en reserva. El miedo pesa como plomo en esa subregión ubicada entre Bolívar y Sucre, conformada por 15 municipios, que carga con una estela de dolor y muerte.
Entre 1996 y 2002 se produjeron 71 masacres a manos de paramilitares que dejaron cerca de 500 muertos, según varios documentos consultados por La Liga, entre ellos el informe ‘Montes de María bajo fuego’, entregado a la Comisión de la Verdad. Los habitantes de los Montes de María no han terminado de digerir el horror de las Farc (con la presencia de los Frentes 35 y 37); y después el de los paramilitares (con el Bloque Héroes de los Montes de María), cuando ya asisten a una nueva embestida.
Desde 2020 las organizaciones campesinas han denunciado la presencia y reorganización de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. Las AGC o Clan del Golfo, como las denomina el gobierno, son el actor armado ilegal hegemónico en la región. Los hombres de esta organización patrullan en veredas, dan órdenes a las comunidades, queman viviendas y vigilan cada movimiento. Su poderío se hizo evidente en el paro armado de cuatro días que decretaron en mayo y se sintió en una docena de departamentos, pero con especial fuerza en esta zona. “Eso era como si el gobierno hubiera ordenado la ley seca. A las seis de la tarde ya no había transporte y todo el mundo se tenía que quedar en su casa”, cuenta otro líder social.
La ubicación de los Montes de María, estratégica porque conecta con el Mar Caribe y con el interior del país, la volvió un corredor apetecido por el narcotráfico para mover cargamentos desde el sur de Bolívar hacia el golfo de Morrosquillo. Esa es una de las bases sobre las que se asienta la economía de las AGC. Pero también están los vínculos con el poder político, las extorsiones y el microtráfico, que cada vez suma más clientes; sobre todo jóvenes que no encuentran otras opciones.
En los Montes de María la palabra posconflicto carece de significado. Los líderes y lideresas denuncian la incertidumbre y la desconfianza que los acompaña cada día. “Nuestros compañeros están amenazados, por eso nos toca trabajar con bajo perfil. Aquí hay un terror absoluto”, concluye otro líder campesino.
“Nuestros compañeros están amenazados, por eso nos toca trabajar con bajo perfil. Aquí hay un terror absoluto”.
Campesino de los Montes de María.
“Fuimos víctimas de las Farc, de los paramilitares y hasta del Estado. Los habitantes de los Montes de María todavía no hemos superado aquello, todavía nos quedan secuelas. Y ahora estamos ante un nuevo conflicto que nos llena de zozobra. Cuando suena un disparo, la mente se dirige al pasado y corres a cerrar la puerta, a meterte debajo de la cama”.
Líder social de los Montes de María.
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