CHOCÓ

“¿Cómo podemos hablar de paz si en los territorios estamos viviendo en guerra?”, se pregunta Chava Moreno, una de las lideresas más reconocidas de Chocó, representante legal del Consejo Comunitario General del San Juan, Acadesan. Sus palabras mezclan angustia y esperanza. Angustia por la dramática situación que vive este departamento, uno de los más abandonados del país, sumido en la guerra que enfrenta al ELN y a las AGC (Autodefensas Gaitanistas de Colombia); y esperanza por la mesa de diálogo que abrió el gobierno y que podría parar la barbarie. Moreno cree que ese es el camino, pero le preocupa que las columnas del ELN no estén alineadas con lo que se está discutiendo inicialmente en Venezuela.

“Es que una cosa es lo que se habla allá, y otra lo que está pasando aquí. Los enfrentamientos, los asesinatos, los confinamientos, los desplazamientos. Nada de eso ha parado. Nadie alcanza a imaginarse lo que es para las familias tener que salvaguardarse para sobrevivir. Necesitamos no solo la voluntad del ELN, sino de todos los actores armados. Queremos ser libres de guerras, de maltratos y de agresiones. Los grupos se pueden pelear entre ellos, pero siempre es la comunidad la que paga los platos rotos”, dice Chava Moreno.

Todas las cifras sobre la guerra en el Chocó conducen al desánimo. En este departamento se concentró el 71 % de las 95.739 personas confinadas en el territorio nacional entre enero y septiembre de 2022, según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). Chocó también es noticia frecuente por los combates entre el ELN y las AGC. Esta guerra se desató después de una especie de tregua, dice Chava Moreno, que se dio entre 2017 y 2021. “Tuvimos cierto periodo de tranquilidad, pero después se rompió la tregua y no hemos sabido por qué”, cuenta. 

Los grupos se disputan las rentas de las economías ilegales derivadas del oro, el narcotráfico y el microtráfico. Ambos ejercen presión sobre las comunidades: instalan retenes en los ríos, imponen horarios y deciden quién entra y quién sale de la zona. La guerra es generalizada en casi todo el departamento, aunque la situación es más crítica en Nóvita, Sipí, en el Litoral de San Juan, en Istmina. 

“Los enfrentamientos, los asesinatos, los confinamientos, los desplazamientos, nada de eso ha parado. Nadie alcanza a imaginarse lo que es para las familias tener que salvaguardarse para sobrevivir. Necesitamos no solo la voluntad del ELN, sino de todos los actores armados. Queremos ser libres de guerras, de maltratos y de agresiones. Los grupos se pueden pelear entre ellos, pero siempre es la comunidad la que paga los platos rotos”.

Chava Moreno, lideresa de Chocó.

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